¡Hola! hoy mi lado hambriento les trae unos pimientos de padrón, pequeñitos pero cargados de sabor.

Fue verlos en el puesto de verduras donde suelo ir a comprar y aparecieron dos corazones en mis ojos -esa misma carita de enamorado que tiene whatsapp-, amor a primera vista. Anteriormente los había comido como entrantes de picoteo en algún bar de tapas de España, pero nunca se me había ocurrido prepararlos en casa, y ¡oh sorpresa! están buenísimos y no hace falta ni tiempo ni experiencia para hacerlos. Además de entrantes, son ideales para acompañar algunas carnes y pescado -nosotros los hemos usado para acompañar unas mini hamburguesas de ternera que teníamos y han hecho una pareja estupenda-.

Dice un refrán muy conocido por estas tierras, “Pimientos de padrón unos pican y otros no” y a mi ya me ha tocado alguno que otro muy picante. A ver si ustedes tienen suerte y dan con uno porque son los mejores.

Recuerdo que la última vez que comí pimientos de padrón fue en un bar de tapas muy típico de esta ciudad. Había venido de visita una amiga de Alemania, que no era nada tímida cuando de probar comidas típicas se trataba -por cierto el jamón le encanta, cosa que yo no he logrado aún-. Empezamos a comerlos y nos mirábamos unos a otros a ver a quien le había tocado algún premiado -alguno picante-, porque cuando te topas con uno las palabras sobran, la cara se te pone roja, empiezas a hacer gestos raros moviendo la boca de un lado para otro y coges el vaso (de lo que sea) que tengas más cerca. Ese día todos tocamos, al punto de que perdimos la cuenta de cuantos picantes nos habíamos comido.

Como ya se han podido dar cuenta, este plato tan sencillo puede llegar a ser muy divertido. No dejen de probarlo y compartir sus experiencias.

 La salsa de yogur ha venido muy bien para untar no sólo los pimientos, sino también la carne.